Zócalo: ¿desalojar residuos? // Riesgo de revivir fantasmas // Ir contra Sheinbaum // Pugna en Morena por alianzas

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En ausencia y con la batalla perdida, Gilberto Lozano estuvo ayer a punto de tener un remedo de victoria involuntaria y extraña: decenas de presuntos simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador se presentaron a la Plaza de la Constitución (llamada Zócalo) para tratar de desalojar a quienes fueron parte del Frente Nacional AntiAMLO (Frena) y ahora se niegan a obedecer la decisión personal del disparatado dirigente de esa agrupación deretirarse de la plaza central de México, con todo y sus casitas voladoras de campaña.

El plantón de la vacuidad está condenado a extinguirse sin mayor gloria ni logro, sea en unas horas o en un día más, pues la plaza debe estar libre de elementos extraños para que el próximo viernes se puedan cumplir las conmemoraciones de la Revolución Mexicana, atenuadas a causa de la pandemia. Toda la verborrea de Lozano y sus pocos seguidores tuvo que ceder ante la exigencia institucional de ocupar el espacio histórico y colectivo para el acto en que será orador el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval.

Sin embargo, y a contrasentido de la estrategia de prudente elusión de confrontamiento que en esta materia ha mantenido el Presidente de la República, ayer se produjo una escaramuza que obligó a la intervención personal del secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Alfonso Suárez del Real, y a la aplicación a los anti-Frena de las tácticas policiacas de encapsulamiento para evitar el choque físico.

El episodio terminó con la liberación de algunos manifestantes proAMLO que habían sido provisionalmente detenidos y con el fortalecimiento de la vigilancia policiaca en torno a las pocas decenas de aferrados a permanecer en el ridículo escenario de las casitas de campaña abandonadas. Otro saldo de la gresca fue la reiteración de acusaciones contra Claudia Sheinbaum, la jefa del gobierno capitalino a quien se pretende etiquetar como contraria a las políticas del gobierno federal, represora e ineficaz.

A juicio de este tecleador astillado, han de tomarse con reserva esos señalamientos y, además, ubicarlos en el agitado contexto de disputas políticas que se viven en Morena y en el gobierno federal. Sheinbaum no está jugando en solitario sus piezas sino todo lo contrario, a tal grado que uno de sus flancos más criticables es su supeditación a los dictados de Palacio Nacional y a las estrategias partidistas y electorales de un círculo llamado de los puros o de los obradoristas auténticos.

Impulsar o permitir el desalojo físico de los residuos divididos de Frena habría sido un error mayúsculo, equivalente a revivir a un muerto político como Gilberto Lozano y a un frente fracasado. Cualquier incidente violento, no se diga con derramamiento de sangre o incluso con peores saldos, habría sido material invaluable para la agitación y movilización de los grupos concurrentes en Frena y de sus vertientes distantes, como la plataforma empresarial y partidista llamada Sí por México.

No se pierda de vista que en Morena están fuertemente confrontados los dos grupos centrales, encabezados por Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, con Mario Delgado como operador a título de presidente partidista, y por Claudia Sheinbaum, con Citlali Hernández como secretaria general del comité nacional y Bertha Luján como presidenta del consejo nacional.

En estas horas se libra una fuerte pelea interna por la definición de las políticas de alianzas para las elecciones de 2021, que la franja de extremo pragmatismo representada por Mario Delgado desea extender hasta el impresentable Partido Verde Ecologista de México (con San Luis Potosí como ejemplo del desaseo extremo que se intenta formalizar), ante la resistencia de la corriente contraria a ese marcelismo-monrealismo.

Y, mientras prende luces de alarma el caso judicial del capitán del Ejército en retiro José Martínez Crespo, detenido por hechos relacionados con el crimen organizado en Iguala, pero no por desaparición forzada, relativa al caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ¡hasta mañana!