“La hierba está seca y puede arder”

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¡Dios salve a México!
Oscar D. Ballinas Lezama

En víspera del día del grito de Dolores que diera el cura Miguel Hidalgo en la madrugada del16 de Septiembre de 1810, las tres instancias de Gobierno en México se preparan para cumplir con el protocolo cívico; advirtieron que no habrá celebración porque son tiempos de una pandemia apocalíptica.
Al parecer, se han suspendido los grupos musicales, los tamales, aguas frescas, la cena de gala para los gobernantes y funcionarios de primera línea, como ha sido costumbre hacerlo desde los tiempos del porfiriato, en todos los Palacios de Gobierno; mientras la plebe se divertía afuera viendo las luces multicolores y escuchando el tronido de cohetes.
No obstante, la austeridad republicana y los más de 70 mil muertos por la pandemia del Coronavirus, parece que el Gobierno no quiso dejar atrás la vieja costumbre o tradición de quemar juegos pirotécnicos, los que la ciudadanía podrá ver desde su casa; como dicen los viejos bebedores, para no olvidar el motivo.
Ojalá que el pueblo sabio entienda que no deben acudir a las explanadas de los palacios: nacional, estatales y municipales, porque las aglomeraciones de personas, según los expertos en salud, pueden generar nuevas olas de infectados por Covid -19; así como podrían enfermarse de la terrible influenza, que según el Subsecretario de salud a nivel federal, se espera que aparezca en estas fechas y puede matar viejitos (personas de la tercera y cuarta edad).
Muchos mexicanos coinciden en que este año de los muertos y de la pobreza, aparte del recuerdo de nuestro espíritu patriótico de una guerra de independencia no hay nada que celebrar; y sí, mucho sobre qué reflexionar para saber en qué momento este país perdió el rumbo y se convirtió en una cuna de corruptos, ladrones del erario público, depredadores de los dineros del pueblo y traidores a la patria.
Con el nuevo Gobierno de la cuarta transformación, nació la esperanza de que los mexicanos se reencontraran con el México que todos anhelan, un país de concordia, trabajo honesto, sin gobernantes y funcionarios corruptos, como lo ha prometido el nuevo ‘señor de la silla del águila’.
Si bien ‘Roma no se hizo en un día’, el pueblo sabio y bueno quiere ver resultados tangibles, se supone que las promesas y las mentiras se quedaron con los que hoy llaman neoliberales, los que culpan de la gran tragedia política, económica, y social de esta nación.
Es necesario que el presidente Andrés Manuel López Obrador pase del dicho a los hechos y no queden sus acciones en amagues de castigar a quienes, con su corrupción, destruyeron este país; quien la hace debe pagarla, como lo ha dicho hasta el cansancio el nuevo inquilino del palacio nacional.
Los Expresidentes mexicanos deben ser los primeros de la lista negra de la corrupción y depredación cometida en agravio de estas tierras todo paridoras, por lo que debe iniciarse ya las carpetas de investigación y procesarlos con las pruebas de su responsabilidad; echarle la bolita al pueblo sabio y bueno para que decida si se castiga o no a los infractores de la ley, no es correcto ni legal, porque el contenido de la Carta Magna y demás leyes mexicanas así lo marcan, nadie debe estar por encima de la ley, sea quien sea, ’todos coludos o todos rabones’.
Cuando el pueblo sabio y bueno vea que realmente se está cumpliendo a cabalidad con las ordenanzas jurídicas, quizás entonces vuelva a creer en sus gobernantes y renazca de nuevo su esperanza de tener un México mejor para que sus hijos, nietos y todas las generaciones que vienen detrás, vivan con dignidad, con justicia, alejados de la pobreza, gozando de buena salud y educación.
A México le ha ido como en feria con sus gobernantes, funcionarios y representantes populares, pero aún es tiempo de enderezar el barco y dar un golpe del timón, aún es tiempo que el Presidente de la República y demás gobernantes entiendan y ayuden al pueblo bueno y sabio; que esa ayuda no sea de ‘dientes para afuera’, porque la gente empieza a exigir justicia y comida, está despertando, ’la hierba está seca y puede arder’.
Los mexicanos estamos en manos de Dios, ojalá que los que hoy tienen el sartén por el mango se den cuenta y pidan al ‘Señor de Señores, Rey de Reyes’ les dé la sabiduría y el amor suficiente a sus semejantes, para reencontrar el camino hacia el progreso y la unidad de una nación que se ha puesto al filo de la navaja. Lo que se ve no se juzga, y el sol no se puede tapar con un dedo, pero es de sabios reconocer los errores y rectificar. ¡Dios salve a México!, ¡Dios salve a México!, ¡Dios salve a México!